LA MOSCA ZANQUILARGA

Para que la civilización no se hunda,

perdida su gran batalla,

haz callar al perro, ata al pony

a un poste lejano.

César, nuestro señor, está en la tienda

donde se hallan los mapas desplegados,

sus ojos fijos en la nada

y apoyada en la mano la barbilla.

Como una mosca zanquilarga sobre el río

su mente se mueve en el silencio.

Para que las torres excelsas sean quemadas

y los hombres recuerden ese rostro,

muévete levemente, si es que te debes mover,

en este solitario lugar.

Ella piensa, una parte mujer y tres de niña,

que nadie la mira; sus pies

ensayan el andar del vagabundo

aprendido en la calle.

Como una mosca zanquilarga sobre el río

su mente se mueve en el silencio.

Para que en la pubertad encuentren las muchachas

al primer Adán en su pensamiento,

cierra la puerta de la capilla papal,

mantén fuera esas niñas.

Ahí en ese andamio se recuesta

Miguel Angel.

Sin más ruido que el que hacen los ratones

mueve su mano de un lado a otro.

Como una mosca zanquilarga sobre el río

su mente se mueve en el silencio.