TRES CANCIONES CON EL MISMO ESTRIBILLO

I

El Vociferante Calderero si queréis,

pero me llano Mannion,

y doy una paliza a los tipos corrientes

y no creo que deba avergonzarme.

Lo corriente engendra lo corriente,

una ramera engendra una ramera,

así que cuando me enzarzo con diez,

les arranco las cabezas.

De monte en monte montan montaraces monteros.

Todos los Mannion proceden de Manannan,

que aunque sea rico en toda orilla

nunca dejó atrás cuatro paredes,

así era él,

ni jamás enrojeció un hierro

ni soldó cacerola o sartén;

sus vociferaciones y gritos

los prefiere un vagabundo.

De monte en monte montan montaraces monteros.

Si pudiese Jane la Loca demorar la vejez

y renovar el tiempo de vociferar,

si pudiese el viejo dios levantarse de nuevo

beberíamos juntos una cuba o dos,

y saldríamos a imponer nuestro mando

en campo y en ciudad,

a arrojar al lecho a parejas apropiadas

y a tirar por tierra a las otras.

De monte en monte montan montaraces monteros.

II

Me llamo Henry Middleton,

y no es pequeña mi heredad,

una casita olvidada emplazada

en un verde que muerden tempestades.

Friego el suelo, hago la cama,

cocino y lavo mi plato.

Sólo la posta y el jardinero

tienen llave de mi vieja cancela.

De monte en monte montan montaraces monteros.

Aunque les he cerrado con llave mi cancela,

me dan pena todos los jóvenes,

sé el oficio demoníaco que aprenden

de aquellos entre los que viven,

su bebida y su juego por el día,

sus robos por la noche;

ha desaparecido el saber popular,

¿cómo pueden ser honrados los jóvenes?

De monte en monte montan montaraces monteros.

Cuando el domingo por la tarde

camino por las Tierras Verdes

y llevo una casaca a la moda,

el recuerdo de la charla

de comadres y viejos estrafalarios

me abraza y me da fuerzas;

no hay piloto encaramado

que sepa que he vivido tanto tiempo.

De monte en monte montan montaraces monteros.

III

Venid a mí, actores todos,

y alabad al Mil Novecientos Dieciséis,

a aquéllos del patio o el gallinero

o de la escena pintada

que lucharon en la Oficina de Correos

o en torno al Ayuntamiento,

volved a alabad a todo aquel que vino,

alabad a todo el que cayó.

De monte en monte montan montaraces monteros.

¿A quién dispararon primero aquel día?

El actor Connolly,

cerca del Ayuntamiento murió;

tenía voz y porte;

le faltaban esos años que aportan experiencia,

pero más tarde podría haber sido

una figura brillante y famosa

ante la escena pintada.

De monte en monte montan montaraces monteros.

Algunos no pensaban vencer

mas salieron a morir

por la grandeza de Irlanda,

para que remontara su corazón;

¿pero quién sabe lo que ha de venir?

Pues Patrick Pearse había dicho

que en cada generación

se ha de verter la sangre de Irlanda.

De monte en monte montan montaraces monteros.