Cantad al O’Rahilly,
no neguéis su derecho;
cantad un “el” ante su nombre;
reconoced que, a pesar
de todos esos historiadores eruditos,
lo fundó para siempre:
él mismo escribió esa palabra,
él mismo se bautizó con sangre.
¿Cómo está el tiempo?
Cantad al O’Rahilly
que tuvo tan poco seso
que contó a Pearse y Connolly
que había hecho un gran gasto
manteniendo a los hombres de Kerry
al margen de aquel loco combate;
que él mismo podría haber estado allí
si hubiese viajado media noche.
¿Cómo está el tiempo?
“¿Soy acaso tan cobarde
como para no enterarme
sino por lo que cuenta un viajero
que había escuchado lo que yo no?”
Entonces a Pearse y a Connolly
miró acerbamente:
“Porque ayudé a dar cuerda al reloj
vengo a oírlo sonar.”
¿Cómo está el tiempo?
¿Qué queda por cantar
salvo la muerte que halló
al salir de un portal
allí por Henry Street;
quienes lo encontraron hallaron
en la puerta sobre su cabeza:
“Aquí murió el O’Rahilly.
R.I.P.” escrito con sangre.
¿Cómo está el tiempo?