En el colegio sus camaradas preferidos
creían que se haría famoso;
él creía lo mismo y siguió las reglas,
de los veinte a los treinta no dejó de empollar.
“¿Y qué?”, dijo el fantasma de Platón. “¿Y qué?”
Todo lo que escribió fue leído,
pasados unos años obtuvo
suficiente dinero para sus necesidades,
amigos que han sido de verdad amigos.
“¿Y qué?”, dijo el fantasma de Platón. “¿Y qué?”
Sus sueños más felices se hicieron realidad:
una vieja casita, esposa, hija, hijo,
un huerto que da coles y ciruelas,
poetas y talentos alrededor.
“¿Y qué?”, dijo el fantasma de Platón. “¿Y qué?”
Viejo pensó: “La obra ya está hecha
de acuerdo con mis planes juveniles;
que rabien los necios, en nada me aparté
y he llevado algo a la perfección.
Pero el fantasma gritó más fuerte: “¿Y qué?”