La muchacha va bailando
por el sembrado de briznas, recién segado
y suave césped del jardín;
escapada de la amarga juventud,
escapada de su gente,
o de su nube negra.
¡Ah, bailarina, dulce bailarina!
Si de la casa vienen extraños
para llevársela, no digáis
que es feliz porque está loca;
apartadlos suavemente,
que termine su baile,
que termine su baile.
¡Ah, bailarina, dulce bailarina!