LETRA PARA MUSICA, QUIZÁS

I
JANE LA LOCA Y EL OBISPO

Llevadme al roble herido por el rayo,

para que a la medianoche en punto

(Todos encuentran seguridad en la tumba)

pueda invocar maldiciones sobre él

por mi querido Jack que ha muerto.

Petimetre fue lo último que dijo:

El hombre serio y el petimetre.

No era Obispo cuando su prohibición

desterró a Jack el Vagabundo

(Todos encuentran seguridad en la tumba)

y ni siquiera un cura de parroquia,

aunque con un viejo libro en la mano

gritó que vivíamos como dos bestias:

El hombre serio y el petimetre.

El Obispo tiene una piel, Dios lo sabe,

arrugada como pata de ganso

(Todos encuentran seguridad en la tumba)

y no puede ocultar en el negro sacro

la joroba de garza de su espalda,

pero mi Jack era como un abedul:

El hombre serio y el petimetre.

Jack se llevó mi virginidad,

y me llama al roble, pues

(Todos encuentran seguridad en la tumba)

sale a vagar por la noche,

y bajo él hay refugio,

mas si aquel otro viene le escupo:

El hombre serio y el petimetre.

II
JANE LA LOCA REPRENDIDA

Me da igual lo que digan los marinos:

todas esas terribles piedras de rayo,

toda esa tempestad que ensucia el día

sólo pueden mostrar que bosteza el cielo;

la gran Europa hizo el tonto

al cambiar un amante por un toro.

Tralaralará.

Rodear la elaborada voluta de esa concha,

adornando cada camino secreto

con la delicada madreperla,

hizo saltar las bisagras del Cielo:

así que nunca cuelgues tu corazón

de un vagabundo que despotrica estruendoso.

Tralaralará.

III
JANE LA LOCA EL DÍA DEL JUICIO

"TODO amor que no puede

tomar por entero

cuerpo y alma

es insatisfecho”;

eso es lo que dijo Jane.

“Toma lo agrio

si me tomas,

puedo burlarme y fruncir el ceño

y reñir toda una hora”;

“Eso es seguro”, contestó él.

“Yacía desnuda,

la hierba era mi lecho;

desnuda y escondida,

aquel día negro”,

eso es lo que dijo Jane.

“¿Qué se puede enseñar?

¿Qué amor verdadero existir?

Todo podría enseñarse o saberse

si hubiese acabado el Tiempo.”

“Eso es seguro”, contestó él.

IV
LA LOCA JANE Y EL VAGABUNDO

SÉ, aunque cuando se unen las miradas

tiemblo hasta los huesos,

que cuanto más dejo sin cerrar la puerta

antes se va el amor,

pues el amor es una bandeja sin devanar

entre la oscuridad y el alba.

Un espíritu solitario es el espíritu

que llegará a Dios;

yo (la madeja del amor en tierra,

y mi cuerpo en la tumba)

saltaré a la luz perdida

en el vientre de mi madre.

Pero si me dejaran acostada sola

en una cama vacía,

la madeja tanto uniría espíritu con espíritu

al volver él la cabeza

cuando pasó por el camino aquella noche,

que el mío caminara tras de muerta.

V
JANE LA LOCA SOBRE DIOS

Aquel amante de una sola noche

vino cuando quiso,

se marchó con la luz del alba,

quisiéralo yo o no;

los hombres viene y se van,

todo permanece en Dios.

Estandartes asfixian el cielo;

avanzan los hombres de armas;

caballos con armadura relinchan

donde hubo la gran batalla

en el paso estrecho:

Todo permanece en Dios.

Ante sus ojos hay una casa

que desde la infancia estuvo

inhabitada, ruinosa,

de repente iluminada

desde la puerta al tejado:

Todo permanece en Dios.

El indómito Jack fue mi amante;

aunque como un camino

sobre el que pasan los hombres,

mi cuerpo no protesta

sino que sigue cantando:

Todo permanece en Dios.

VI
JANE LA LOCA HABLA CON EL OBISPO

Me encontré con el Obispo en el camino

y muchas cosas nos dijimos.

“Esos senos ya están lisos y caídos,

esas venas pronto se secarán;

vive en una mansión celestial,

no en una vil pocilga.”

“Lo bello y lo vil están emparentados,

y lo bello necesita lo vil”, grité.

“Mis amigos se han ido, pero eso es una verdad

que no negaron cama ni ataúd,

aprendida en la humildad del cuerpo

y en el orgullo del corazón.

Una mujer puede ser orgullosa y estirada

cuando se propone el amor;

pero el amor ha hecho su mansión

en el lugar del excremento;

pues nada puede ser único o íntegro

que no se haya desgarrado.”

VII
JANE LA LOCA, YA VIEJA, MIRA A LOS BAILARINES

Encontré allí esa imagen de marfil

bailando con su mozo del alma,

pero al retorcer él el pelo de ella, negro

cual el carbón, para estrangularla,

no me atreví a gritar ni a moverme,

tanto brillaban los ojos bajo los párpados;

el amor es como el diente de león.

Cuando ella (y aunque algunos dijeron que jugaba,

yo dije que había bailado la verdad del corazón)

sacó un cuchillo para matarlo,

no pude sino abandonarlo a su suerte;

pues no importa lo que se diga,

tuvieron todo quienes tuvieron odio;

el amor es como el diente de león.

¿Murió él, o murió ella?

¿Parecieron morir o ambos murieron?

Benditos esos tiempos en que a mí

se me daba una higa lo que pasara

pues que tenía piernas para intentar

un baile como se bailó allí:

el amor es como el diente de león.

VIII
CANTO DE MUCHACHA

Salí sola

a cantar una canción o dos,

que estoy prendada de un hombre,

y ya sabéis quién.

Otro apareció

apoyado en un bastón

para mantenerse derecho;

me senté a llorar.

Y ése fue todo mi canto;

cuando todo sea dicho,

¿vi a un viejo joven

o a un joven viejo?

IX
CANTO DE MUCHACHO

"SÉ que volverá”, grité,

“una vieja bruja marchita.”

En mi costado el corazón,

que tan callado había estado,

con noble rabia contestó

y latió contra el hueso.

“Alza esos ojos y lanza

sin temor esas miradas:

aunque todo el tejido se ajara,

ella se mostraría igual de valiente;

a ninguna vieja bruja marchita

vi antes que el mundo fuese creado.”

Avergonzado por esa respuesta,

pues el corazón no miente,

me arrodillé en el barro.

Y todos se hincarán de hinojos

ante mi corazón ofendido

hasta que éste me perdone.

X
LA PREOCUPACIÓN DE ELLA

La tierra vestida de belleza

aguarda que vuelva la primavera.

Todo amor fiel ha de morir,

o en todo caso volverse

algo más pequeño.

¿O acaso miento?

Tal cuerpo tienen los amantes,

tal respiración exigente,

que tocan o suspiran.

Cada vez que tocan,

el amor está más cerca de la muerte.

¿O acaso miento?

XI
LA CONFIANZA DE ÉL

Para comprar amor eterno

escribí en los ángulos

de estos ojos

todos los males hechos.

¿Qué pago bastaría

para el amor eterno?

Partí en dos mi corazón,

tan fuerte lo golpeé.

¿Qué importa? Pues sé

que de una roca,

de una fuente desolada,

salta el amor en su curso.

XII
LA SOLEDAD DEL AMOR

Viejos padres, tatarabuelos,

alzaos como deben los parientes.

Si alguna vez la soledad del amor

fue adonde estabais,

rogad que el Cielo nos proteja

a nosotros que protegemos vuestra sangre.

El monte arroja una sombra,

delgado es el cuerno de la luna;

¿qué recordábamos

bajo el espino harapiento?

El miedo ha sucedido al deseo,

y nuestros corazones están rotos.

XIII
EL SUEÑO DE ELLA

SOÑÉ, acostada en mi cama,

con toda la sabiduría insondable de la noche,

que me había cortado los rizos

y los había puesto sobre la lápida del Amor;

pero algo los apartó de la vista

con un gran tumulto del aire,

y luego clavada en la noche

la cabellera ardiente de Berenice.

XIV
EL PACTO DE ÉL

Quién habla del huso de Platón;

qué lo hizo girar?

La eternidad puede reducirse,

se ha devanado el tiempo,

Dan y Jerry el Patán

cambian sus amores.

Aunque puedan tomarla,

antes de que el hilo comenzara

hice, y no podré romperlo

cuando el último hilo haya pasado,

un pacto con esa cabellera

y todos sus meandros.

XV
TRES COSAS

“Oh Muerte cruel, devuélveme tres cosas,”

cantó un hueso en la playa;

“un niño halló todo lo que puede faltarle,

ya sea de placer o de reposo,

en la abundancia de mi pecho”:

un hueso blanqueado por las olas y secado al viento.

“Tres cosas queridas que saben las mujeres,”

cantó un hueso en la playa;

“un hombre que cuando lo abrazaba así

cuando mi cuerpo vivía

halló todo el placer que dio la vida”:

un hueso blanqueado por las olas y secado al viento.

“La tercera cosa en la que aún pienso,”

cantó un hueso en la playa,

“es aquella mañana en que encontré,

su rostro frente a mí, a mi hombre justo

y después me desperecé y bostecé”:

un hueso blanqueado por las olas y secado al viento.

XVI
NANA

Amor, que sea profundo tu sueño,

el que has hallado donde te nutriste.

¿Qué fueron todas las alarmas del mundo

al recio Paris cuando halló

el sueño sobre un lecho de oro

aquel alba primera en brazos de Helena?

Duerme, amor, un sueño

como el que conoció el indómito Tristán

cuando, al hacer efecto el filtro,

el ciervo podía correr o saltar la cierva

bajo ramas de robles y de hayas,

el ciervo podía saltar o correr la cierva.

Un sueño tan profundo como el que cayó

sobre la orilla cubierta de hierba de Eurota

cuando el pájaro sagrado, que allí

realizó su voluntad predestinada,

desde los miembros de Leda cayó

mas no de sus cuidados protectores.

XVII
TRAS UN SILENCIO PROLONGADO

Hablar tras un silencio prolongado;

otros amantes lejos o ya muertos,

la luz hostil velada por el biombo,

la noche hostil allende las cortinas,

bien está que tratemos y tratemos

sobre el tema supremo: el Arte y el Canto:

la vejez física es sabiduría;

jóvenes nos amábamos, ignaros.

XVIII
LOCO COMO LA BRUMA Y LA NIEVE

Echa el pestillo y atranca el postigo,

que sopla un viento de mil demonios:

nuestras mentes están mejor que nunca esta noche,

y me parece saber

que todo cuanto hay fuera de nosotros está

loco como la bruma y la nieve.

Allí está Horacio junto a Homero,

y allí abajo Platón,

y aquí la página abierta de Tulio.

¿Cuántos años hace

que tú y yo éramos mozos iletrados

locos como la bruma y la nieve?

¿Me preguntas por qué suspiro, viejo amigo,

qué es lo que me hace estremecer?

Me estremezco y suspiro al pensar

que hasta Cicerón

y Homero el fecundo en ardides estaban

locos como la bruma y la nieve.

XIX
AQUELLOS DIAS DEL BAILE YA SE HAN IDO

Ven, deja que te cante al oído;

aquellos días del baile ya se han ido,

todos aquellos trapos de satén y seda;

agáchate sobre una piedra,

cubriendo ese cuerpo vil

en un vil harapo:

llevo el sol en una taza de oro,

la luna en un bolso de plata.

Aunque maldigas cantaré hasta el final;

¿qué importa si el truhán

que más podía complacerte,

los hijos que te dio,

en algún sitio duermen como un tronco

bajo una losa de mármol?

Llevo el sol en una taza de oro,

la luna en un bolso de plata.

Hoy mismo he pensado,

a mediodía en punto,

que un hombre que se apoya en un bastón

puede dejar de fingir,

puede cantar, cantar hasta caer rendido

a muchacha o vejezuela:

Llevo el sol en una taza de oro,

la luna en un bolso de plata.

XX
“SOY DE IRLANDA”

"Soy de Irlanda,

de la Sagrada Tierra de Irlanda,

y el tiempo corre”, gritó ella.

“Venid, por caridad,

bailad conmigo en Irlanda.”

Un hombre, sólo un hombre

con ese ropaje estrafalario,

un hombre solitario

de cuantos vagaban por allí

volvió su majestuosa cabeza.

“Eso queda muy lejos,

y el tiempo corre”, dijo,

“y la noche está desapacible.”

“Soy de Irlanda,

de la Sagrada Tierra de Irlanda,

y el tiempo corre”, gritó ella.

“Venid, por caridad,

bailad conmigo en Irlanda.”

“Los violinistas están torpones

o malditas sus cuerdas,

los tambores y timbales

y las trompetas estallaron,

y el trombón”, gritó él,

“la trompeta y el trombón”,

y guiñó el ojo con malicia,

“pero el tiempo corre, corre.”

“Soy de Irlanda,

de la Sagrada Tierra de Irlanda,

y el tiempo corre”, gritó ella.

“Venid, por caridad,

bailad conmigo en Irlanda.”

XXI
LA BAILARINA EN CRUACHAN Y CRO-PATRICK

Proclamando que existe entre las aves,

las bestias o los hombres

uno que es perfecto o se halla en paz,

bailé en la ventosa llanura de Cruachan,

canté en voz alta en Cro-Patrick;

todo cuanto podía correr, saltar, nadar

en bosque, nube o por el agua,

aclamándolo, proclamándolo, declamándolo.

XXII
TOM EL LOCO

El viejo Tom el loco

que duerme bajo la bóveda cantó:

“¿Qué cambio ha extraviado mis pensamientos

y los ojos que tenían vista tan aguda?

¿Qué ha transformado en una mecha humeante

la pura luz inmutable de la Naturaleza?”

“Huddon y Duddon y Daniel O’Leary,

el santo Joe, el mendigo,

siguen bebiendo o putañeando,

o entonan su penitencia en el camino;

fatigó las cuencas de mis ojos

algo que parpadeó y las vio en un sudario.”

“Todo cuanto hay en prado o río,

ave, bestia, pez u hombre,

yegua o semental, gallo o gallina,

permanece en el ojo inmutable de Dios

con todo el vigor de su sangre;

con esa fe vivo o muero.”

XXIII
TOM EN CRUACHAN

En el llano de Cruachan durmió

aquel que ha de cantar en una rima

lo que más podía sacudir su alma:

“Ese semental, la Eternidad,

montó a la yegua del Tiempo,

engendró el potro del mundo.”

XXIV
OTRA VEZ EL VIEJO TOM

Las cosas zarpan alejándose

de la perfección a toda vela,

y no fallará el engendrado por sí mismo

aunque hombres fantasiosos imaginen

un astillero y una costa tempestuosa,

una mortaja y pañales.

XXV
EL ORÁCULO DÉLFICO SOBRE PLOTINO

Observa cómo nada el gran Plotino

por esos mares zarandeado;

el blando Radamante le hace señas,

mas la Raza de Oro fosca está,

sangre salada le tapona los ojos.

Dispersos por la segada hierba

o dando vueltas por el bosquecillo

pasan Platón y Minos,

allí el majestuoso Pitágoras

y todo el coro del Amor.