DISPUTA EN LA VEJEZ

¿Adónde ha ido su dulzura?

Lo que inventan los fanáticos

en esta ciudad áspera y ciega,

fantasías o sucesos

que no merecen el pensamiento,

la ponen furiosa.

Yo había perdonado tanto

que perdoné a la vejez.

Todas las vidas que ha vivido;

eso es cierto;

no se engañaban los viejos sabios:

en algún sitio tras la cortina

de los días deformantes

vive esa cosa solitaria

que brilló ante estos ojos escudada,

y anduvo como la Primavera.