El primero. Mi bisabuelo habló con Edmund Burke
en casa de Grattan.
El segundo. Mi bisabuelo compartió
una vez un banco en una taberna con Oliver Goldsmith.
El tercero. Mi tatarabuelo hablaba de música y tomaba
infusiones de brea con el Obispo de Cloyne.
El cuarto. Pues el mío vio una vez a Stella.
El quinto. ¿De dónde vienen nuestras ideas?
El sexto. De cuatro grandes mentes que detestaban a los Whigs.
El quinto. Burke fue Whig.
El sexto. Lo supieran o no,
Goldsmith y Burke, Swift y el Obispo de Cloyne
odiaron a los Whigs; pero ¿qué significa ser Whig?
Un tipo de mente arrasadora, rencorosa, racional,
que nunca ha mirado con los ojos de un santo
o los de un borracho.
El séptimo. Ahora todos son Whigs,
pero nosotros, viejos, nos hemos concentrado contra el mundo.
El primero. Las colonias americanas, Irlanda, Francia y la India
hostigadas, y la gran melodía de Burke en contra de ello.
El segundo. Oliver Goldsmith cantó lo que había visto,
caminos llenos de mendigos, ganado en los campos,
mas nunca vio el trébol manchado de sangre,
la hoja vengadora que alzaron esos campos.
El cuarto. La tumba de Swift se erosiona.
El tercero. Una voz
tenue como el susurro de un junco de Cloyne
que eleva su volumen; ya, un trueno.
El sexto. ¿Qué educación tuvieron estos cuatro?
El séptimo. Recorrieron los caminos
imitando lo que oían, como hacen los niños;
comprendieron que la sabiduría procede de la mendicidad.