Si tú, que ya eres vieja, mueres antes,
ni la catalpa ni el fragante tilo
oirían mis pies vivos, y no iría
allí donde creamos lo que al Tiempo
habrá de hacer pedazos con sus dientes.
Que en las viejas estancias nuevos rostros
conspiren a su antojo; pues la noche
superar puede al día,
y vagar junto al césped nuestras sombras,
y ser menos sombrías que los vivos.