PLEGARIA POR MI HIJA

De nuevo ruge la tormenta; oculta

bajo el cubierto embozo de esta cuna,

mi niña duerme. Apenas si protegen

el bosque de los Gregory y la loma

del viento del Atlántico que arrasa

almiares y tejados;

una hora hace ya que camino y rezo

con este gran pesar que en mi alma habita.

Camino y rezo por esta criaturita,

y el viento del mar brama ante la torre,

y en los arcos del puente, y fiero brama

en los olmos del río caudaloso;

e imagino agitado

que los años futuros ha traído,

bailando al ritmo de un tambor frenético,

la inocencia asesina del océano.

Que le sea otorgada la belleza,

mas que a ojos extraños nunca angustie,

o a sí misma ante el espejo, pues aquellas

creadas con belleza inmoderada

consideran ésta un fin en sí mismo,

pierden la bondad natural, y quizá

la luz del corazón que escoge el bien,

y nunca hallan amigos.

A Helena, que encontró insulsa la vida,

cuántas cuitas le ocasionó aquel necio,

mas la Reina surgida de la espuma,

aunque, huérfana, pudo hacer su capricho,

escogió a un herrero patizambo.

Cierto es: las bellas comen

una ensalada loca con su carne,

y desatan así la Cornucopia.

Que aprenda cortesía en grado sumo;

los corazones no son dones, mas los ganan

aquellos que no son del todo bellos;

pero a más de uno que hizo tonterías

por la belleza, sabio hace el encanto;

y muchos vagabundos

que han amado y son correspondidos

de una alegre bondad nunca se apartan.

Que sea un florido árbol recoleto,

todos sus pensamientos como pájaros

cuya única misión es dispensar

generosos su canto;

y que sólo ledamente se persigan

y sólo ledamente se querellen.

¡Oh, que arraigue como un verde laurel

en un terreno eterno y predilecto!

Mi mente, pues las mentes que yo amé,

el tipo de belleza que apreciara,

prosperan poco, ahora se ha secado;

mas sabe que asfixiarse con el odio

puede ser la peor de las maldades.

Si una mente no odia,

el asalto del viento y su agresión

jamás arrancarán de la hoja al pájaro.

El odio intelectual es el peor;

que maldiga, así pues, las opiniones.

¿No he visto a la más bella

que el Cuerno de la Abundancia diera,

por culpa de su mente testaruda

trocar su cornucopia y cuanto bien

aprecian los espíritus tranquilos

por un fuelle que llena el viento airado?

Teniendo en cuenta, el odio desterrado,

que el alma recupera su inocencia,

y aprende al fin que a sí misma se agrada

y se asusta o calma, y es su voluntad

la voluntad del Cielo,

que pueda, aunque todos se enfurezcan,

y brame cada punto cardinal,

o revienten los fuelles, ser feliz.

Que su esposo la lleve hasta una casa

pletórica de rito y ceremonia,

que el odio y la arrogancia los pregone

el buhonero en la calle.

¿Cómo si no con rito y ceremonia

se alumbran la inocencia y la belleza?

El rito es otro nombre de ese cuerno;

la ceremonia, del laurel que crece.