Para mantener su certeza deben acusar
a todos los diferentes de bajas intenciones;
demoler el honor establecido;
pregonar como nuevas cuanto quiera
que invente su disuelta fantasía
y murmurarlo conteniendo la respiración, como
si la alcantarilla llena fuera el Helicón
o la calumnia un canto. ¿Cómo pueden saber
que la verdad florece donde brilla
la lámpara del estudioso, y sólo allí, que no conoce soledad?
Con tal de que la multitud acuda no les importa qué pase,
tienen música fuerte, renovada esperanza cada día
y amores más ardientes; esa lámpara es la de la tumba.