SOBRE UNA PRISIONERA POLÍTICA

Ella, que desde niña ha conocido

poca paciencia, ahora tiene tanta

que una gaviota gris ya no la teme

y ha bajado volando hasta su celda;

posada allí, ha soportado el roce

de sus dedos y come sus migajas.

Al tocar esas alas solitarias,

¿recordó el tiempo antes de que su mente

se hiciera algo implacable, algo abstracto,

su pensamiento un odio popular:

ciega ella misma y guía de los ciegos

bebiendo la vil zanja en la que yacen?

Cuando hace mucho la vi cabalgar

cazando en la falda del Ben Bulben,

agitó la belleza de sus campos

la furia de la joven soledad,

pareció pura y dulce como un ave

criada entre las rocas, del mar nacida.

Del mar nacida, o suspensa en el aire

cuando por vez primera dejó el nido

sobre una alta roca para ver

el baldaquín de las nubes, al tiempo

que en su pecho herido por tormentas

gritaban las oquedades del mar.