MICHAEL ROBARTES Y LA BAILARINA

Él. Las opiniones no valen un comino;

en este retablo el caballero

que empuña su larga lanza de tal modo

que expulsa de la luz que muere a ese dragón,

amó a la dama; evidentemente

el dragón agonizante era su pensamiento,

que cada mañana volvía a levantarse

y hundía sus garras, chillaba y peleaba.

Si pudiera realizarse lo imposible

ella tendría tiempo para volver la vista,

pensó su amor, hacia el espejo

y en ese mismo instante se haría sabia.

Ella. ¿Quieres decir que discutieron?

Él.                                                             Digamos que sí;

mas recuerda que la paga de tu amante

es lo que muestra tu espejo,

y que se pondrá rojo de cólera

ante todo lo que éste no retrata.

Ella. ¿No puedo estudiar en la universidad?

Él. Ve y coge a Atenea por el pelo;

pues ¿qué libro puede otorgar conocimiento

con una gravedad apasionada

apropiada a ese seno palpitante,

ese vigoroso muslo, esos ojos soñadores?

Y al demonio lo demás.

Ella. ¿No debe ninguna mujer hermosa ser

culta como un hombre?

Él.                                     Pablo Veronés

y toda su sacra compañía

todos sus días imaginaron cuerpos

junto a la laguna que a ti tanto te gusta

como prueba orgullosa, dulce, ceremoniosa

de que todo se limita a vista y tacto;

mientras que el techo de la Sixtina de Miguel Ángel,

su “Mañana” y su “Noche” nos revelan

cómo el tendón cuando se tensa,

o cuando se relaja en el reposo,

puede gobernar por derecho sobrenatural

y aun así ser sólo tendón.

Ella.                                     He oído decir

que existe un gran peligro en el cuerpo.

Él. ¿Acaso Dios al repartir el pan y el vino

dio al hombre Su pensamiento o meramente Su cuerpo?

Ella. Mi desdichado dragón está perplejo.

Él. Tengo principios que me darán la razón.

De este texto latino se deduce

que las almas benditas no son divisibles,

y que todas las mujeres hermosas pueden

vivir en indivisible beatitud,

y llevarnos a lo mismo; si destierran

todo pensamiento, a menos

que las facciones que agradan a su vista

cuando se llena el largo espejo,

y lo piensan hasta de la suela del pie.

Ella. Dicen cosas tan diferentes en la escuela.