EL GATO Y LA LUNA

El gato iba de un lado para otro

y la luna giraba como un trompo,

y el pariente más cercano de la luna,

el gato sigiloso, miró arriba.

El negro Minnaloushe miró fijo a la luna,

pues allá donde fuera o sollozara,

la pura y fría luz del cielo

soliviantaba su sangre animal.

Minnaloushe corre por la hierba

alzando sus patitas delicadas.

¿Bailas, Minnaloushe, acaso bailas?

Si dos almas gemelas se encuentran,

¿qué mejor que organizar un baile?

Quizá la luna aprender pueda,

cansada de modales distinguidos,

otro paso de danza.

Minnaloushe se arrastra por la hierba

de un claro de luna a otro,

la sagrada luna sobre él

ha entrado en otra fase.

¿Sabe Minnaloushe que sus pupilas

pasarán de un cambio a otro,

y que de la luna llena a la creciente,

y de la creciente a la llena pasan?

Minnaloushe se arrastra por la hierba

solo, importante y sabio,

y observa las evoluciones de la luna

con sus cambiantes ojos.