SOBRE LA MUJER

Loado sea Dios por la mujer

que renuncia a toda su mente,

un hombre no puede hallar en otro hombre

una amistad como la de ella

que cubre todo lo que él ha traído

como con su carne y huesos propios,

y no disputa con un pensamiento

porque no es el suyo.

Aunque lo nieguen los pedantes,

es claro que la Biblia dice

que Salomón se hizo sabio

hablando con sus reinas,

mas nunca pudo, aunque

dicen que contaba la hierba

contar todas las alabanzas debidas

cuando Saba era su zagala,

cuando ella forjaba el hierro, o

cuando del fuego de la fragua

se estremecía en el agua:

severidad de su deseo

que les hizo estirarse y bostezar,

placer que acompaña al sueño,

estremecimiento que les hizo uno.

Cualquier otra cosa que Él dé o guarde

me la conceda Dios —no, no aquí,

pues no soy tan atrevido

como para esperar algo tan preciado

ahora que me estoy haciendo viejo,

sino cuando, si lo que dicen es cierto,

el Majador de la luna

que todo lo machaca para hacerlo nuevo

me traiga de nuevo al nacimiento:

para hallar lo que una vez tuve

y saber lo que supe una vez,

así hasta que enloquezca,

el sueño apartado de mi lecho,

por la ternura y el cariño,

la compasión, una cabeza dolorida,

rechinar de dientes, desesperación;

y todo por causa de una

perversa criatura del azar,

y vivir como Salomón

a quien Saba trajo por

la calle de la amargura.