LOS REYES MAGOS

Ahora, como siempre, los veo, imaginándolos

con vivas sayas tiesas, pálidos e insatisfechos,

en un visto y no visto por el azul del cielo,

con sus antiguos rostros cual piedras en la lluvia,

y sus yelmos de plata, uno al lado del otro,

y sus ojos muy fijos, esperando de nuevo

hallar —insatisfechos del turbulento Gólgota—

el misterio indomable sobre el suelo bestial.