Vivió sumida en luchas y tormentas,
tanto deseaba su alma
lo que pudiera traer la orgullosa muerte
que no pudo soportar
el común bien de la vida,
y vivió como si un rey
llevara el día de su boda
gallardete y pendón,
trompeta y timbal,
y el atroz cañón
para echar al tiempo a empujones
para que llegue la noche.