«Aún soy muy joven”, dije.
Luego, “No, ya soy mayor”,
por lo que lancé un penique
para saber si amaría.
Ama, ama, jovencito,
si la dama es bella y joven.
Ah, penique rojo, rojizo,
estoy atado a su cabello.
Oh, qué artero es el amor.
No existe nadie tan sabio
que descubra lo que esconde:
pensaría en el amor
hasta que huyan las estrellas
y sombras traguen la luna.
Ah, penique rojo, rojizo,
no debí empezar tan pronto.