Allí en la pista,
el disfrute hace unánimes a todos,
jinetes en caballos al galope,
el gentío que en torno se arracima:
también nosotros
tuvimos una vez cuantioso público
que oía y jaleaba nuestras obras;
sí, caballistas como compañeros,
antes que el mercader y el chupatintas
tímidos alentaran sobre el mundo.
Seguid cantando:
con una luna nueva en algún sitio,
sabremos que el dormir nunca es la muerte
al oír que la tierra su son cambia,
pues su carne es indómita, y de nuevo,
gritando mientras dura la carrera,
tendremos jaleadores entre hombres
que cabalgan caballos.