La seducción de lo difícil
ha secado la savia de mis venas
y roto la espontánea alegría
y el gozo innato de mi corazón.
Algo hay que inquieta a nuestro potro,
que como si no hubiese nacido de los dioses
ni brincado en las nubes del Olimpo,
tiembla bajo la fusta, tira, suda
y bufa igual que si arrastrara grava.
Malditas obras
que se han de montar de mil maneras,
la lucha diaria con bribones, bobos
y toda la farándula y sus gentes.
Prometo que antes que retorne el alba
iré a la cuadra y quitaré el pestillo.