RECONCILIACIÓN

Algunos te acusaron de robar

los versos que pudieran conmoverlos

el día en que el oído, sordo, y los ojos ciegos

por un rayo, te marchaste de mí,

y sólo encontré para hacer mi canto

reyes, yelmos, espadas y cosas olvidadas,

que eran recuerdos de ti. Mas ahora

demostremos que el mundo vive igual que antes;

y entre ataques de risas y de llanto,

arrojemos a un hoyo espadas y coronas.

Abrázame, querida; desde que tú te fuiste,

pensamientos estériles me han helado los huesos.