SIN OTRA TROYA

¿He de culparla por colmar mis días

de sufrimiento, o que recientemente

enseñara violencia al ignorante,

o echara a los pequeños contra el grande,

si fuese su valor como el deseo?

¿Y que podría haber pacificado

su alma, noble y sencilla como un fuego,

como un arco tensado su belleza,

la cual no es natural en estos tiempos,

altiva, solitaria y severísima?

Ah, ¿qué podría haber hecho, siendo ella?

¿Existía otra Troya que incendiar?