Esto pensé hace un rato:
“Mi amada no comprende
lo que he hecho o lo que haría
en esta tierra dura y ciega.”
Y me cansé del sol
hasta aclarar de nuevo mis ideas,
recordando que lo mejor que hiciera
fue para dejárselo claro;
que llevo años gritando:
“Por fin lo entiende todo,
pues me he fortalecido
y las palabras me obedecen.”
Que si lo hubiese hecho, quién sabe
lo que hubiera sacado del cedazo.
Habría arrojado palabras pobres
y estaría contento de vivir.