Vuela a ella, pensamiento, cuando el final del día
despierta un viejo recuerdo, y di:
“Tu fuerza, que es tan altiva, intensa y dulce
que podría convocar una nueva era, trayendo a la memoria
las reinas hace tiempo imaginadas,
sólo es tuya a medias: él amasó en ella
en los largos días de la juventud, y quién hubiera
pensado que todo, y más que todo, se volvería nada,
y que palabras queridas significarían nada”. Pero bueno está,
pues si hemos culpado al viento podemos culpar al amor;
o, si hace falta más, nada se diga
que resulte violento para niños extraviados.