Pensé en tu belleza, y esta flecha,
hecha de una idea salvaje, está en mi médula.
No hay hombre que pueda mirarla, ningún hombre,
tal cuando era, lozana, una mujer
alta y noble, pero con rostro y senos
de color delicado cual la flor del manzano.
Esta belleza es más benigna, aunque tengo motivos
para lamentar que la antigua ya no esté en su esplendor.