EL AMANTE PIDE PERDÓN POR SUS MUCHAS PASIONES

Si este importuno corazón turba tu paz

con palabras más ligeras que el aire,

o esperanzas que al tiempo de nacer parpadean y cesan,

aplasta la rosa de tu pelo

y cubre tus labios con un fragante crepúsculo, y di:

“¡Oh, Corazones de aventadas llamas!

Oh, Vientos más viejos que el cambio del día y la noche,

que susurrantes y anhelantes vinisteis

de ciudades de mármol, resonantes de tamboriles de antaño,

en países feéricos de un color gris perla;

de estandartes de guerra, un pliegue púrpura sobre otro

que bordaron reinas con manos de luz trémula;

que visteis a la joven Niamh flotar con rostro enamorado

por sobre la corriente fugitiva;

y os demorasteis en el lugar oculto y desolado

donde murió el último fénix

y envolvisteis la llama sobre su sagrada cabeza;

y aún susurráis y anheláis:

oh Corazones Lastimeros, que mudáis hasta que las mudanzas mueran

en un canto tumultuoso”.

Y cubre las pálidas flores de tu corazón

con tu pelo oscuro y pesado,

y turba, suspirando por cuantas cosas anhelan reposo,

el fragante crepúsculo.