Lento gotea el rocío y se congregan los sueños; lanzas desconocidas
pasan volando súbitas ante mis ojos que han despertado de un sueño,
y entonces el choque de jinetes caídos y los gritos
de ejércitos desconocidos que perecen golpean junto a mi oído.
Quienes aún nos afanamos junto al cromlech, en la playa,
el túmulo gris en la colina, cuando el día se hunde ahogado en el rocío,
temerosos de los imperios del mundo, nos inclinamos ante ti,
señor de las estrellas silenciosas y la flamígera puerta.