Cógete el pelo con horquillas de oro
y amarra cada trenza sinuosa;
pedí a mi corazón que levantara
estas rimas endebles,
y en ellas trabajó, día tras día,
componiendo una triste hermosura
con las guerras de antaño.
Sólo tienes que alzar tu blanca mano
y atarte la melena y suspirar;
y arder deben, latir acelerados
todos los corazones de los hombres;
y la espuma cual cirio en las arenas,
y los astros que escalan cielos fríos,
sólo viven por alumbrar tus pasos.