¿No oyes mi clamor, cierva blanca sin cuernas?
He sido transformado en un sabueso con una oreja roja;
he estado en el Camino de las Piedras y el Bosque de Espinos,
pues alguien escondió odio y esperanza y deseo y temor
bajo mis pies, para que noche y día te sigan.
Un hombre con una vara de avellano vino sin hacer ruido;
me transformó de súbito, yo miraba a otra parte;
y ahora mi clamor no es sino el de un sabueso;
y Tiempo y Nacimiento y Cambio pasan veloces a mi lado.
Quisiera que el Jabalí sin cerdas hubiese venido del oeste
y arrancado del cielo el sol y la luna y las estrellas
y yaciera en la oscuridad, gruñendo, entregado al descanso.