LA HUESTE INAPLACABLE

Los hijos de los Danaan ríen en cunas de oro

mientras dan palmaditas y entrecierran los ojos,

recorrerán el norte cuando el águila vuele

con graves alas blancas y el corazón helado.

Beso a mi hijo que gime, lo aprieto en mi regazo,

y oigo cómo las tumbas a los dos nos reclaman.

Los vientos desolados gritan al mar errante,

los vientos que se ciernen sobre el poniente en llamas:

los vientos que golpean en las puertas del Cielo

y el Infierno, arrastrando espíritus llorosos;

oh, alma que bate el viento, la hueste inaplacable

es más linda que velas a los pies de María.