Dulces voces eternas, callad ya;
y a quienes guardan la celestial grey
ordenad que vaguen, obedeciéndoos,
llama con llama, hasta que el Tiempo acabe.
¿No habéis oído que nuestros corazones son viejos,
que cantáis en los pájaros, en el viento en el soto,
en las ramas que tiemblan, en la marea ante la playa?
Dulces voces eternas, callad ya.