Sabe que querría ser considerado
fiel hermano de una cofradía
que cantó, para endulzar el mal de Irlanda,
baladas y relatos, rainn, canciones;
pues no quiero ser yo menos que ellos,
que el dobladillo color de rosa roja,
cuya historia comenzó
antes que Dios creara el clan de los ángeles,
se arrastra por la página escrita.
Cuando el Tiempo empezó a vociferar y enfurecerse,
la medida de sus pies voladores
hizo que el corazón de Irlanda comenzara a latir;
y el Tiempo mandó que destellaran todos sus luceros
para iluminar aquí o allá una medida;
y que los pensamientos de Irlanda mediten
sobre una medida quietud.
Y que no me consideren como
a Davis, Ferguson o Mangan,
porque, para quien reflexiona bien,
mis rimas más que las suyas cuentan
cosas descubiertas en lo hondo,
donde sólo duerme el cuerpo.
Pues las criaturas elementales se mueven
de un lado a otro por mi mesa,
y huyen de la mente desmedida
a vociferar y enfurecerse en ríos y vientos;
mas aquel que camina por medidas sendas
sin duda ha de sostenerles la mirada.
El hombre siempre viaja junto a ellas
tras el dobladillo color de rosa roja.
¡Ah, las hadas que bailan bajo la luna,
una tierra druídica, una melodía druídica!
Mientras aún pueda, escribiré para ti
el amor que viví, el sueño que conocí.
Desde el día en que nacemos hasta nuestra muerte
todo se pasa en un suspiro;
y nosotros, nuestro canto y nuestro amor,
lo que el Tiempo medidor ha encendido en el cielo,
y todas las cosas ignorantes que se mueven
de un lado a otro por mi mesa,
pasan adonde pueden estar,
en el éxtasis de la verdad que consume,
que no es lugar para el amor o los sueños;
pues Dios pasa al lado con pisadas blancas.
Yo vierto mi corazón en mis poemas,
para que tú, un mañana sombrío,
sepas cómo mi corazón fue con ellos
tras el dobladillo color de rosa roja.