Aunque hoy me refugio de la lluvia
bajo un árbol partido,
mi silla era la más próxima al fuego
en toda reunión
que hablaba de amor o de política,
antes de que el Tiempo me mudara.
Aunque otra vez los mozos hacen picas
para alguna conspiración,
y descargan su furia locos pillos
contra la tiranía humana,
mis contemplaciones son sobre el Tiempo
que me ha transfigurado.
No hay mujer que vuelva el rostro
ante un árbol partido,
y aun así las bellezas que amé
están en mi memoria;
le escupo en la cara al Tiempo
que me ha transfigurado.