Me levantaré ahora e iré, iré a Innisfree,
y haré allí una humilde cabaña de arcilla y zarzas;
nueve hileras de judías tendré allí, una colmena que me dé miel
y viviré solo en un claro entre el zumbar de las abejas.
Y allí tendré algo de paz, pues la paz viene gota a gota
y cae desde los velos matinales a donde canta el grillo;
allí la medianoche es una luz tenue, y un cárdeno brillo el mediodía,
y colman el atardecer las alas del pardillo.
Me levantaré ahora e iré, pues siempre, día y noche,
oigo el rumor del lago ante la orilla;
cuando estoy en la calzada, o en las grises aceras,
lo oigo en lo más hondo de mi corazón.