LA ROSA DE LA PAZ

Si Miguel, caudillo de la hueste de Dios,

al enfrentarse el Cielo y el Infierno

te mirase desde el postigo del Cielo,

olvidaría sus hazañas.

Sin pensar más en las guerras de Dios

en su casa divina,

tejería con las estrellas

una guirnalda para tu cabeza.

Y al ver todos cómo él se inclinaba

y que las blancas estrellas decían tu alabanza,

por fin irían a la ciudad de Dios

por amenos senderos.

Y Dios ordenaría que cesaran Sus guerras,

diciendo que ya todo estaba bien;

y suavemente habría una rosada paz,

la paz del Cielo y del Infierno.