Vosotras, olas, aunque dancéis a mis pies como niños que juegan,
aunque brilléis y relumbréis, aunque ronroneéis y os abalancéis,
en junios más cálidos que éstos las olas eran más alegres,
cuando yo era un muchacho con el corazón intacto.
Ya no hay arenques en la mar como antaño;
ay, cómo crujían las banastas en el carro
que llevaba las capturas a Sligo para su venta,
cuando yo era un muchacho con el corazón intacto.
Y tú, orgullosa muchacha, no eres tan bella cuando su remo
se oye en el agua como eran, distantes y altivas,
las que caminaban por la tarde junto a las redes y guijas,
cuando yo era un muchacho con el corazón intacto.