JOSÉ CASADO MONTADO: MEMORIA DEL TERROR EN SAN FERNANDO

La brecha entre el pueblo herido y los gobernantes se abrió. Nos distanciamos, nos separamos, nos comíamos nuestras miserias sometidas cuando podíamos comemos un plato de trigo tronzado o unas poleás de harina de maíz al día…

JOSÉ CASADO MONTADO,

Trigo tronzado, p. 98

En 1992 José Casado Montado publicó su obra Trigo tronzado. Crónicas silenciadas y comentarios (Cádiz, Ed. del Autor). Se trata de un testimonio personal de una persona cuya familia sufrió la represión. Un testimonio, escrito con fuerza, de alguien que vivió aquellos años y nos ofrece la visión de los vencidos. Casado dividió el libro en una serie de capítulos que iban desde el primero hasta el vigésimo sexto fusilamiento habido en San Fernando, dando la fecha, los nombres y otros detalles de las ciento veintiuna personas que fueron asesinadas día a día desde el 21 de julio hasta el 4 de noviembre de 1936 y de las trece que cayeron posteriormente en 1940 y 1941 tras pasar por la farsa judicial militar. Si exceptuamos el libro de Manuel Temblador López, Recuerdos de un libertario andaluz (Barcelona, Ed. del Autor, 1980), estamos ante el primer trabajo publicado en la provincia de Cádiz sobre la represión fascista. Pero la valentía de sacar a la luz aquellos hechos le costó al autor acabar en los juzgados.

No ha sido posible dar con la sentencia, aunque sabemos que el caso fue finalmente sobreseído. A lo largo de su testimonio, Casado dio nombres de gente que tuvo que ver con los asesinatos. Por ejemplo, cuando narró la muerte del alcalde, el doctor Cayetano Roldán, cuenta que Pepito Acosta lo empujó, a lo que el alcalde comentó: «Me vas a quitar la vida a mí, que te saqué del vientre de tu madre. Bien, hacedlo, pero a mis hijos no tocarlos, por favor, que son inocentes». Y Acosta respondió: «¡Pero si los hemos matado ya a los tres!». Efectivamente, los tres hijos del alcalde habían sido asesinados dos meses antes, cosa que ignoraba por estar detenido desde julio y, probablemente, porque nadie se lo había querido decir.

Probablemente fue este texto el que dio lugar a la demanda:

Entre los fanfarrones aquellos de correajes y pistolas estaba Pepito Acosta con sus amigos Fernández, Sánchez de la Campa «Marqués de las coliflores», elemento chulo y repelente, criminal. Sufo, también policía nacional, elemento de una crueldad inusitada. Y el vil C. Bueno, que se hizo famoso porque daba patadas a los fusilados aun después de recibir las víctimas el tiro de gracia, del que la Isla guarda un siniestro recuerdo. Acompañábanlos el cabezón inútil y criminal asesino, Cardoso, que vino a casa a detener a mi padre y fusiló voluntariamente a muchos hombres modélicos de la Isla. Otro elemento odioso, Correa, el de la fonda de La Carraca, esquizofrénico y criminal. Con ellos también M. Ortiz, intratable, desequilibrado sexual, que también fusiló a muchos padres de familia honrados y decentes, para más tarde ajusticiarse él mismo, ahorcándose. Fossi, loco con su moto y loco fusilando y que tras fusilar a muchos conocidos suyos isleños, acabó descuartizado en un accidente de carretera. Luis Milena, con nombre de calle y todo, ingeniero, con un cargo importante en la S. E. de C. N., que indicaba a los falangistas a quiénes deberían asesinar de los talleres bajo su jurisdicción y que vivía en un chalet a la salida de la Isla.

José Casado Montado, que falleció años después, fue recordado y homenajeado en diciembre de 2007 por las asociaciones de memoria histórica de la bahía de Cádiz.