A Karina Tiznado por animarme a seguir escribiendo cuando me fallaban las fuerzas, corregirme los diálogos en mexicano y hacerlo todo entre risas y besos.
A Juanma Hoyos, por sus correcciones de los diálogos en colombiano.
A Lucía Fuentes, por el asesoramiento policial.
A Joaquín Guerrero Casasola, por haberme «dado el tip» del Premio L’H Confidencial y animado a presentarme.
A Jorge Díaz, por haber sido el primero en acabarse de leer el manuscrito y haberme dado algunos valiosos consejos, tanto para la versión final como para la promoción de la novela acabada.
A Luisa Lucas, por haber hecho, sin pedírselo, la primera corrección ortotipográfica.
A mi hermano Alberto, por mostrar su entusiasmo con la parte mexicana del texto.
A los camareros y camareras del Chiringuito Ona (RIP), donde empecé a escribir la novela, del Pan i mes (RIP), de la Kefetería y del Farggi Barceloneta, donde puse el punto final, por haberme servido litros de café mientras tecleaba.