CUANDO era pequeño, a veces veía en la distancia algo parecido a una torre. Oculta por la niebla, era hermosa y estaba tan lejos que daba la impresión de que nunca podría llegar hasta ella. Creo que no era más que una alucinación infantil pero, a pesar de ello, aún tengo esa visión grabada en la memoria.
Aquella torre simplemente permanecía allí, sin mostrar ni aceptación ni rechazo hacia mí, que le daba la espalda a todo cuanto me rodeaba. ¿Acaso representaba lo que toda persona busca en la vida? ¿O era algo que sobrepasaba al ser humano? ¿O tal vez su existencia tenía que ver con el destino y el mundo? La torre finalmente desapareció, y no sé si sería cosa de la edad; pero me gusta pensar que tal vez aún se alza en algún sitio.
Éste es mi octavo libro publicado. Puesto que todos los protagonistas de mis obras son, en varios sentidos, mi álter ego, me siento muy unido a ellos, pero tengo unos sentimientos especiales hacia el protagonista de esta obra. Pido indulgencia por sentir afecto por un ser tan antisocial como un carterista, pero si desde un principio no hubiese sentido simpatía por él, no habría sido capaz de escribir este libro. Por eso y porque la temática me venía como anillo al dedo, decidí hacerlo.
No obstante, no me resultó sencillo, la editorial Kawade Shobo Shinsha me pidió una novela en 2004, y pasaron cinco años hasta que la completé. Sin embargo creo modestamente que en ese tiempo pude escribir algo que merecía la pena ser escrito y leído. Finalmente esta novela se convirtió en una de las más importantes dentro de mi producción. Pero esto se debe fundamentalmente a los editores que esperaron pacientemente.
Quiero expresar mi agradecimiento a todas las personas que han participado en este libro, y también a todas las personas que lo han leído. Muchísimas gracias.
2 de septiembre de 2009
Fuminori Nakamura