VI

AVIRANETA SE VA

UN mes más tarde Aviraneta iba en una expedición, con varios capitalistas e ingenieros, al coto minero de la Sociedad. Se comenzó en Veracruz a hablar con gran entusiasmo de estas minas. El país, gracias a las disposiciones del general don Juan Ruiz de Apodaca, comenzaba a disfrutar de la paz. Las acciones de las minas subían…

En este momento, cuando se empezaba a pensar en la explotación, Aviraneta realizaba sus acciones de la Sociedad y se marchaba a España, acompañando a su amigo Arteaga, a quien habían dado licencia como enfermo y que salía para la Península con su mujer.

—Aviraneta tuvo gran acierto en liquidar todo —concluyó diciendo el viejo Alzate—, porque luego las minas aquellas no dieron resultado alguno, por más de que se gastó en la explotación mucho dinero.

—Y en la muerte del polaco, ¿no intervino la policía? ¿No se indagó quién era el autor? —pregunté yo.

—No; el muerto era un desconocido, y a nadie le interesaba averiguar lo que había pasado.

—¿Y Coral, la hija de Miranda?

—No se supo su paradero —contestó Alzate—. No volvió a Veracruz. Unos dijeron que estaba en Nueva Orleáns; otros, que en la Habana…

—¡Qué barbaridad! —exclamé yo—. ¡Qué Justicia!

—¡Cosas de la vida! —dijo don Rafael Baroja frotándose las manos.

Alzate se levantó, sacó del bolsillo del chaleco un reloj de plata, grande y pesado, y, acercándose al yerno, que le miraba en silencio, le dijo:

—¡Vamos, tú, que ya es tarde!

Y el viejo Alzate y su yerno salieron de la botica, montaron en el carricoche y marcharon rápidamente a tomar el camino de Irún.

Madrid, marzo, 1914.