V

HOMBRES DE DESTINO TRÁGICO

DE aquella gente con quien nos reunimos en la librería de Eymery, de la calle de Mazarino, no volví luego a ver a nadie. Es probable que de todos ellos no vivamos más que Aviraneta y yo.

Azanza murió el año 26 en Burdeos, abandonado. Alguna que otra vez iba a visitarle el Sordo, como le llamaban sus amigos al viejo pintor Goya.

Llorente, obligado por el Gobierno francés, que no quería tener en su territorio al autor de la Historia de la Inquisición, fue a España a principios del año 23, y murió de una manera misteriosa, al decir de sus amigos.

Berton tomó parte en varios complots antiborbónicos, hasta que en 1822 avanzó a la cabeza de un puñado de sublevados sobre Saumur por el puente de Thouars, y, hecho prisionero, fue guillotinado en Poitiers en octubre, al año siguiente.

Tilly murió poco después.

Navarro y Bloumy desaparecieron.

Nantil estuvo en España y luego se perdió su pista.

Uno de los Caron, Agustín José, tomó parte en la conjuración de Belfort e intentó libertar a sus compañeros presos, en Colmar. Denunciado, fue fusilado en Estrasburgo.

El otro Caron fue jefe de carbonarios y dirigió el Batallón Sagrado, que salió de San Sebastián el año 23 y fue al Bidasoa con banderas tricolores, pensando detener así a los soldados de Angulema. Después este Caron creo que fue a América.

Respecto a Cugnet, unos días después de nuestra reunión fue preso. Pasó en la cárcel varios meses. Luego, al salir, fundó nuevas sociedades secretas con nombres fantásticos: Los caballeros del León, Los Patriotas, Los buitres de Bonaparte, Los europeos reformados, La regeneración universal, y, por último, entró en el carbonarismo.

Siempre pintoresco, firmó manifiestos titulándose Jefe del Gran Imperio francés y Principal Dignatario de la Orden del Sol.

Después de la Revolución del 20 pasó a España y se cambió de nombre, llamándose desde entonces Carlos de Malsot. Cugnet trabajó con Vaudoncourt, con Riego y Villamor, en Zaragoza, para proclamar la República en España y propagarla a Europa; peleó contra los franceses de Angulema en 1823, y se refugió en Almería.

El verano de 1824, mientras los dos Valdés, Pedro y Francisco, llevaban a cabo la hazaña heroica y absurda de apoderarse de Tarifa, Cugnet de Montarlot, con otros exaltados como él, se levantaba en San Bartolomé, en Almería, a proclamar la Constitución al grito de Libertad o Muerte. Esto fue al amanecer del 13 de agosto de 1824.

Once días después, el 24 de agosto, el mismo día en que el Gobierno de Fernando VII fusilaba a treinta y seis constitucionales en Tarifa, fusilaba en Almería a treinta y uno. Entre ellos estaba Cugnet, que dejó su nombre adoptivo de Carlos de Malsot como un héroe oscuro de la Libertad a su patria también adoptiva.