Notas

[1] José Bullejos, a la sazón Secretario General del Partido Comunista de España, en su libro «Europa entre dos guerras», describe este hecho con las siguientes palabras:

Sin deponer el tono irónico, Stepanov repuso:

—Hay una pequeña diferencia entre lo que dice Hernández y la verdad histórica. Y la verdad fue que no supisteis interpretar el sentido de aquellas directivas. Se trataba de popularizar el sentido social que debería tener en su desarrollo la revolución social española. Y tomasteis el rábano por las hojas.

«La proclamación de la República Española atrajo en el acto la atención de la Internacional Comunista. A partir de este acontecimiento, España y su pequeño Partido Comunista pasaron a plano preferente en las preocupaciones y actividades del Comité Ejecutivo de la Internacional Comunista.

»Desde los primeros momentos la actitud de los comunistas fue la franca oposición al Gobierno provisional de la República. En su primer manifiesto, redactado en completo acuerdo con la Delegación Internacional que componían Humbert Drotz (antiguo Secretario de la Internacional para los países latinos) y Rabaté —destacado militante del Partido Comunista francés—, se invitaba al pueblo español a derrocar la República burguesa, como había derrocado la Monarquía, y a instaurar el Gobierno Obrero y Campesino.

»Pocos días después recibíanse de Moscú las nuevas directivas políticas y tácticas, todas las cuales tenían como meta la creación del Soviet en España».

Poco después todo el Secretariado del Partido Comunista de España, encabezado por José Bullejos, era expulsado del Partido por la Internacional Comunista, por haber dado, en circunstancias gravísimas para nuestro pueblo, cuando la reacción se sublevaba en agosto de 1932, la consigna de Defensa de la República.

Bullejos dice a este respecto: «La imputación más grave que se nos hizo en el orden táctico fue nuestra consigna de “Defensa de la República”. En este punto el Ejecutivo de la Internacional Comunista compartía el criterio de su delegación, de que en España había que orientarse no contra la reacción, sino contra Azaña y los socialistas. Nuestras posiciones eran irreductibles y, por tanto, nuestra expulsión, inevitable». <<

[2] En 10 de agosto de 1932 el General Sanjurjo se sublevó contra la República, librándose la lucha, en la que fue vencido, en el paseo de Recoletos, en Madrid. <<

[3] Nombre con que designábamos en nuestras conversaciones a Moscú. <<

[4] «En 1934 Alemania tenía 620 aviones, que podían arrojar de una sola vez 350 toneladas de bombas; en 1938 contaba con 4020 aviones, que podían arrojar 2995 toneladas. En 1934 nuestra flota aérea podía transportar en un solo vuelo 2000 toneladas de bombas, hoy puede transportar un 208 por 100 más, lo que significa que ha triplicado la cantidad de bombas que puede transportar de una vez». (Del informe de Vorochilov al XVIII Congreso del Partido bolchevique en marzo de 1939). <<

[5] Declaración de Jules Moch, a la sazón Secretario General de la Presidencia del Consejo de Ministros con León Blum, citada por Julián Gorkín en su libro «Caníbales políticos». <<

[6] Un episodio que relata D. A. de Santillán, en su libro «Por qué perdimos la Guerra», da una idea del armamento que se nos remitía. «… uno de nuestros barcos de defensa de costas, el «Francisco», detuvo un cargamento de armas con destino a las Brigadas Internacionales. Lo hicimos descargar en Barcelona y comprobamos que se trataba sólo de desechos inútiles de antes de la guerra de 1914-18, pagados sin discutir por el Gobierno Central. De tan mala calidad era todo que no tuvimos ninguna objeción que hacer a su entrega cuando nos fue reclamado».

No es menos revelador el testimonio del Presidente del Gobierno Vasco, José Antonio de Aguirre, quien en su libro «De Guernica a Nueva York pasando por Berlín» se refiere a la calidad de los armamentos soviéticos con estas palabras:

«Un mes más tarde nos anunciaron la llegada del primero y único cargamento ruso de material bélico que recibimos los vascos. Nos lo enviaba el Gobierno de la República Española, que lo había adquirido en Rusia. Consistía en quince aviones de caza, cinco cañones de mediano calibre (11,50), quince tanques, doscientas ametralladoras y quince mil fusiles con muy pocos cartuchos. Pero con su llegada fueron nuestras ilusiones las que se marchitaron. Los aviones eran buenos para entonces, cazas Curtiss fabricados en Rusia, los tanques eran viejos y achacosos, renqueando sobre ruedas de goma, los cañones eran aceptables, aunque solamente servirían mientras durase la escasa munición que traían, muchas ametralladoras funcionaban mal y más de la mitad hubimos de desecharlas por inservibles, y los fusiles… bueno, los fusiles eran los que sobraron de la guerra de Crimea, con cerca de un siglo de existencia, de un solo tiro, y con unas balas que hubieran parecido anticuadas a nuestros abuelos. Recuerdo que el técnico artillero que los examinó me dijo indignado, sintiendo su honor militar ofendido:

—¡Pero esos rusos por quién nos han tomado…!» <<

[7] En su libro España heroica, el general Vicente Rojo ha escrito cosas tan tremendas como éstas: «Aquel día disponía Madrid por toda reserva de conjunto de una sección de 45 hombres, con dos ametralladoras y un mortero con 20 disparos, todo en camiones en la Cibeles, para acudir a donde fuera preciso, desde Vallecas hasta Humera». Y más adelante: «… el enemigo seguramente ignoraba entonces que si la lucha hubiera proseguido unos días más, todo se hubiera venido al suelo, porque carecíamos de municiones y sólo había posibilidad de fabricarlas a ritmo lentísimo. Digamos, en recuerdo de aquellas horas angustiosas de Madrid, y que no trascendieron más que a contadísimas personas, que las dos últimas brigadas que precipitadamente fueron constituidas para entrar en fuego y detener la ofensiva en El Pardo, solamente pudieron ser dotadas de 20 cartuchos por fusil, en lugar de 300, que era la dotación normal. ¡No había más!» Y refiriéndose a la batalla de Guadalajara, donde las tropas republicanas derrotaron a los italianos, Rojo da estas cifras: «En conjunto, al iniciarse la batalla se enfrentaban aproximadamente 50 000 hombres (enemigos) contra 10 000 (leales), 140 piezas de artillería contra 22, y la aviación, en la proporción de 3 a 1».

El ministro Indalecio Prieto nos declaraba, en vísperas de la batalla de Madrid, que la proporción de fuerzas era en aquel momento, por lo que se refería a la aviación, de 12 a 1.

Y Álvarez del Vayo declaraba a Richard Bloch: «Si nosotros pudiéramos oponerles una aviación igual estaríamos seguros de la victoria, porque, sobre la tierra, ¿qué quiere usted que hagan ellos contra un pueblo entero? Así pues, todo es cuestión de aviones y de pilotos…» «España en armas», pág. 88. <<

[8] Sigla del Partido Obrero de Unificación Marxista, de tendencia trotskista. <<

[9] El General Krivintsky, en su libro «Yo, Jefe del Servicio Secreto Militar Soviético», pág. 150, escribe a este propósito: «Slutsky, Jefe de la División Extranjera de la GPU, fue encargado por Moscú para inspeccionar la policía secreta, que estaba modelada a imitación de la de Rusia. Llegó un día o dos después de mi marcha. La GPU florecía entonces en todo el territorio republicano, pero se concentraba más en Cataluña, en donde los grupos independientes eran más fuertes y en donde también los verdaderos trotskistas tenían el cuartel general de su Partido.

»—Cuentan con buen material allí —me dijo Slutsky cuando volvió a París unas semanas más tarde—, pero carecen de experiencia. No podemos permitir que España se convierta en terreno libre y campamento de todos los elementos antisoviéticos que se han agrupado allí del mundo entero. Debemos hacer que sea un terreno sólido para nosotros. ¿Quién sabe cuántos espías habrá entre aquellos voluntarios? Y en cuanto a los anarquistas y los trotskistas, si bien son también soldados antifascistas, son enemigos nuestros. Son contrarrevolucionarios y tenemos que destruirlos hasta las raíces». (Slutsky fue «purgado» también en 1938 y fusilado por Stalin, J. H.) <<

[10] «España heroica», pág. 112. <<

[11] En los años de 1928-1932 la Unión Soviética puso en circulación diez millones de dólares en moneda falsa que provocaron un escándalo internacional y que dieron origen a la detención y condena de algunos agentes de Moscú encargados de ponerlos en circulación. <<

[12] Publiqué en la Prensa del Partido una serie de artículos titulados «El orgullo de ser español», que fueron recogidos en un folleto y traducidos a una serie de idiomas, entre ellos al ruso. J. H. <<

[13] «Cómo y por qué salí del Ministerio de Defensa Nacional». <<

[14] Sería injuriar gravemente a estos hombres el suponerles cómplices conscientes en los turbios objetivos de los rusos en España. Creo, sí, que cuanto pudo haber en ellos de complacencia ante la imposición soviética tenía su razón en el afán patriótico de no cerrarse la fuente de suministros militares que permitían defender la legitimidad de la causa republicana. Y aun en los momentos en que con sus tolerancias facilitaron los manejos subterráneos de los soviéticos, procedieron ajenos en absoluto al juego antiespañol de los tahúres del Kremlin. Ni Largo Caballero, ni Prieto, ni Negrín, ni Del Vayo, ni ningún otro gobernante de la República, por muy vinculado que los hechos le muestren a la inspiración soviética, puede ser tildado de agente del Kremlin, y, mucho menos, de traidor a su patria.

Por amor a su patria, por fidelidad a la República, por lealtad a su pueblo, hubieron de allanarse muchas veces nuestros gobernantes a las exigencias de quienes para explotar en su exclusivo provecho la sangre y el sacrificio de los españoles se veían obligados a facilitamos un auxilio que permitía a los demócratas de la España leal defender la justa causa de la República.

Si hubo en nuestros hombres de gobierno debilidades en su conducta hacia los rusos, les exculpa el acendrado patriotismo que inspiraba sus mismos errores. Además, ninguno de ellos podía llegar a sospechar que la «aliada» Rusia abrigaba designios tan tortuosos y reprobables para con la República española. J. H. <<

[15] Krivintsky dice en la pág. 155 de su citado libro: «Slutsky continuó diciéndome que nuestros hombres se comportaban en España como si estuviesen en una colonia, tratando incluso a los mismos dirigentes españoles del modo como los colonizadores tratan a los indígenas. Cuando le pregunté si se haría algo cerca de Orlov, Slutsky dijo que esto era cosa de Iéjov…» «Stashevsky (encargado de negocios en Barcelona) llegó a Moscú para informar personalmente a Stalin acerca de la situación en España. Aunque acérrimo stalinista, rígidamente ortodoxo como hombre de Partido, Stashevsky también estimaba que la conducta de la GPU en las zonas republicanas era un error. Lo mismo que el general Bercin, era contrario a los métodos autoritarios empleados por los rusos en el territorio español».

(Stashevsky y Bercín serían fusilados poco después en la prisión de la Lubianka, en Moscú. J. H.) <<

[16] El «Daily Herald» del 4 de enero de 1938 decía: «El Ejército de Franco está compuesto así: italianos, 120 000; alemanes, más de 15 000; Tercio extranjero, 15 000; moros, más de 70 000, suman ya las bajas desde el comienzo de la guerra, requetés, 80 000; falangistas, 45 000; soldados de reemplazo, 150 000».

«Temps» del 6 de diciembre de 1937 decía: «En España se encuentran 100 000 italianos, 20 000 alemanes, 10 000 portugueses y 30 000 moros». <<

[17] Krivintsky escribe en su libro, pág. 44: «Hitler, sin embargo, rehusó otra vez los ofrecimientos de Stalin. A fines de 1937, con el fracaso de los planes de Stalin en España y los éxitos japoneses en China, el aislamiento de la Unión Soviética llegó a ser extraordinario. El 27 de noviembre de 1937, hablando en Leningrado, el Comisario del Exterior, Litvinov, se burló de las naciones democráticas por sus manejos con las potencias fascistas. Pero el propósito inquebrantable de Stalin quedó siendo el mismo». (Krivintsky se refiere a los propósitos de Stalin de llegar a un pacto con Hitler. J. H.) <<

[18] El embajador alemán cerca del Gobierno de Franco, en informe estrictamente confidencial, comunicaba a su Gobierno con fecha 1 de julio de 1938:

«… me entero de que en los medios superiores del Ejército nacionalista han sido formuladas fuertes objeciones contra la continuación de la guerra… La posibilidad de una paz negociada, como fue vislumbrada en el momento de la crisis de Teruel, no está absolutamente excluida… Si la guerra continúa algún tiempo más y si Franco persiste en exigir una capitulación sin condiciones del enemigo, no es imposible que las cosas evolucionen de tal modo que Franco se encuentre apartado y que conflictos de política interior se produzcan, generando graves y nuevas convulsiones…» («Archivos Secretos de la Wilhemstrasse», edición francesa, aparecida en marzo de 1952). <<

[19] El lector comprenderá que en aquellos momentos era no solamente difícil, sino casi imposible para un comunista llegar más allá en la comprensión del juego de Stalin. Más tarde, al firmarse el pacto germano-soviético, el cuadro de la conducta soviética fue claro para algunos de nosotros y para millones de hombres en el mundo. Asustado Stalin por el repetido fracaso de su maquiavelismo político, que culmina en Munich, donde se encuentra con unos gobernantes occidentales dispuestos a todos los apaciguamientos, decide orientarse hacia el acuerdo con Hitler. En ese momento Stalin no sólo abandona al pueblo español, sino que traiciona al mundo proletario, a los ideales socialistas, al tirar al cubo de la basura toda apariencia de internacionalismo revolucionario. J. H. <<

[20] Estos cañones, pagados con excelente oro español, se deshacían a los primeros disparos. <<