Cualquiera que fuera el fallo del mecanismo, ya lo tienen casi arreglado. Empieza a restablecerse el impecable, calculado ritmo: a las seis treinta, levantarse, a las siete, al comedor, a las ocho, sacan los rompecabezas para los Crónicos y las cartas para los Agudos… puedo ver las blancas manos de la Gran Enfermera que revolotean sobre los mandos en la Casilla.