Este libro es una obra de ficción, claro está; pero todas las referencias y anécdotas históricas son reales o están basadas en datos reales. Por ejemplo, es cierto que el emperador Trajano erigió el impresionante monumento en recuerdo de sus victorias bélicas, la Columna Trajana, entre dos tranquilas galerías de la Biblioteca de Roma, que también había construido él. Y Dión Casio Coceyano, administrador y gran historiador romano, escribió, en efecto, la Romaika, la historia más importante de los últimos años de la República romana y de la primera época del Imperio. Tenía ochenta libros, pero solo se conservan los volúmenes del treinta y seis al sesenta. Si Dión Casio escribió algo acerca de la Columna Trajana, yo calculo que figuraría aproximadamente en el libro sesenta y siete.
Al mismo tiempo, todo lo siguiente es cierto: Julio César recibió una lista de los conspiradores que pensaban asesinarlo, pero no llegó a leerla. Aníbal saqueó los alrededores de Roma, destruyéndolo todo, salvo las posesiones de Fabio. A consecuencia de ello, Fabio tuvo que esforzarse por contener a una Roma casi amotinada. Y Aristófanes, en su comedia satírica Las nubes, presenta al respetado filósofo Sócrates como un payaso que enseña a sus discípulos a engañar a los acreedores para librarse de las deudas.
La única excepción notable es el volumen al que yo he llamado el Libro de los Espías. No obstante, dado que Iván el Terrible encargó la redacción de libros, y dado que el tema de los espías y los asesinos a sueldo le interesaba, es posible que hiciera escribir un libro como aquel.
Solo conocemos la historia por la tradición oral y por la palabra escrita. Es una tragedia todo lo que se ha perdido a lo largo de los siglos por la guerra, los incendios, los saqueos, la destrucción ciega, los deseos intencionados de borrar la historia, y la censura. Nuestra historia es la historia de libros perdidos.
Si yo pudiera pedir un deseo, la Biblioteca de Oro existiría, se descubriría, y no solo aparecerían en ella los libros perdidos que cito en el texto de la novela, sino también, como mínimo, las obras de estos seis autores antiguos:
•Safo (h. 610 — h. 570 a. C.), la célebre poetisa griega cuya vida se recuerda a base de mitos basados en sus poemas líricos y en sus apasionadas poesías de amor. Es la culminación de la poesía femenina, y sus obras conservadas se recogieron y se publicaron en nueve libros hacia el siglo III o II antes de Cristo, pero en los siglos VIII o IX de nuestra era solo se conocían a través de las citas suyas que aparecían en las obras de otros autores.
•La Atenas clásica tuvo tres grandes dramaturgos trágicos, todos ellos contemporáneos entre sí: Esquilo (525 o 524 − 456 o 455 a. C.), Sófocles (h. 495 − 406 a. C.) y Eurípides (480 − 406 a. C.). Esquilo, padre del drama moderno, escribió más de cincuenta obras, y dio elevación al arte de la tragedia, con poesía y con una fuerza teatral fresca. Introdujo a un segundo autor en el escenario, haciendo nacer así el diálogo, el conflicto y el argumento dramático. Los atenienses poseían el único ejemplar de sus Obras Completas, y se lo prestaron a los de Alejandría para que hicieran una copia; pero Ptolomeo III tenía otros planes: mandó que se conservara sin hacer copias y no se devolvieran. Los estudiosos acudían a consultar el texto. Transcurrieron los siglos. Después, las bibliotecas de Alejandría se quemaron, y los rollos perecieron entre las llamas. Solo se han conservado siete obras teatrales de Esquilo.
•Sófocles, autor de ciento veintitrés obras de teatro, entre ellas Edipo rey, empleó decorados, aumentó el coro e introdujo a un tercer actor, ampliando significativamente el alcance y la complejidad del teatro. Sófocles decía que él mostraba a los hombres como debían ser, mientras que su contemporáneo más joven, Eurípides, los mostraba como eran. Solo se conservan siete tragedias de Sófocles.
•Eurípides, que presentó a reyes vestidos de mendigos y mostró personajes femeninos inteligentes y complejos, se sirvió de relatos tradicionales para mostrar la humanidad y la ética. Escribió más de noventa obras teatrales, notables por el modo realista en que reflejan su época. Su lectura nos enseñaría mucho acerca de Atenas. Solo se conservan dieciocho.
•Confucio (551 − 479 a. C.) fue venerado a lo largo de los siglos por su sabiduría y por su idea revolucionaria de que debemos tratarnos unos a otros con humanidad. Escribió sus Seis obras, el Libro de la poesía, el Libro de los rituales, el Libro de la música, el Libro de la historia, el Libro de los cambios y los Anales de las primaveras y los otoños, que constituían todo un programa de estudios. Pero no conocemos perfectamente su visión, ya que el Libro de la música se ha perdido.
•El primer emperador romano, Augusto (63 a. C. - 14 d. C.) fue uno de los mayores genios administrativos del mundo. Reorganizó, transformó y amplió la debilitada República romana en un potente imperio, con buenas comunicaciones, miles de kilómetros de carretereras empedradas, y turismo y comercio florecientes. Era un hombre culto que apoyó las artes y escribió muchas obras. La mayoría ha desaparecido. Resulta especialmente trágica la pérdida de su autobiografía en trece volúmenes, Mi vida, que contenía quizá las opiniones personales del hombre que gobernó y dirigió una de las mayores civilizaciones del mundo durante un periodo largo y fundamental de la historia.