XIII

MAC CLAIR

DESPUÉS de nuestra riña, toda la familia de Paquito se trasladó a Gibraltar, y yo quedé en una casa de la vecindad, en la más profunda desesperación.

Seguía trabajando para el cónsul, cuando recibí una carta de Will Tick anunciándome que pocos días después pasaría el Estrecho, en dirección a Grecia, una expedición de filohelenos.

Antes llegaría a Algeciras el coronel Mac Clair, que iba a comprar armas y municiones de guerra.

Saldría yo a recibirle al muelle y le reconocería, por ser un tipo alto y delgado, vestido con un ulster negro con rayas blancas, y que llevaría un bulto cuadrado envuelto en tela encerada en la mano derecha y un paraguas en la izquierda.

Efectivamente, lo reconocí. Era Mac Clair un hombre delgado, seco, de aire enfermizo. Tenía el pelo rojo, rizado, patillas cortas, bigote grueso y anteojos azules. Por debajo del ulster usaba redingote de color de castaña.

Llevé a mi casa a Mac Clair, y al día siguiente fuimos en coche a Tarifa, donde recogimos varias cajas de fusiles, escondidas cerca de la playa, y las embarcamos en una gabarra.

El coronel Mac Clair marchó después a Gibraltar, donde compró un ciento de fusiles españoles e ingleses.

El coronel me dijo que me avisaría la llegada del paquebote que venía de Londres con los filohelenos.

Efectivamente, quince días después me avisó. Con un tiempo muy malo salimos los dos en un falucho.

Fuimos hasta Tarifa, en donde teníamos nuestras cajas de fusiles, las embarcamos y esperamos toda una tarde y toda una noche.

Al día siguiente, el coronel reconoció el bergantín Fénix, al que esperábamos.

Nos acercamos al barco, que parecía un gran pez negro sobre el agua, y entramos en él.

Al pasar por delante de Algeciras se me humedecieron los ojos con el recuerdo de Dolores.

Estas cuartillas leí a mistress Hervés, en el mirador del castillo de Ondara, una tarde de verano.

Mi aventura en Grecia, quizá por ser insignificante, no la he escrito todavía. No sé si la escribiré alguna vez.

Itzea, Vera del Bidasoa. Octubre 1916.