Termino estos apuntes en momentos en que Arimán Reagan empuja imperiosamente a sus títeres externos e internos para que destruyan la revolución sandinista en Nicaragua y continúen combatiendo a las fuerzas populares de El Salvador. 1984 acaba de entrar en su simultaneidad literaria y temporal; las cosas no serán así en el mundo este año, pero sólo lo que está ocurriendo en América Central basta para mostrar uno de los peldaños por los cuales el horror orwelliano sigue descendiendo en su monstruosa voluntad de entropía.
Polonia, Guatemala, Afganistán son otros peldaños; el lector conoce muchos más en África y en Asia.. La escalera parece infinita pero no lo es; en lo más profundo de la noche está su término, y el descenso puede verse acelerado en cualquier momento; la guerra nuclear, la bomba neutrónica, el arrasamiento de inmensas zonas del planeta pueden convertir el descenso paulatino en una caída vertical qué sólo habrá de detenerse ante la imagen final de Big Brother. Frente a esta perspectiva, sólo creo en el socialismo como posibilidad humana; pero ese socialismo debe ser un fénix permanente, dejarse atrás a sí mismo en un proceso de renovación y de invención constantes; y eso sólo puede lograrse a través de su propia crítica, de la que estos apuntes son vagos y mínimos fragmentos.