Lima, 23 de mayo

Querido Al:

Te adjunto una «rutina» con la que soñé [2]. La idea me surgió realmente durante un sueño del que me desperté riendo…

Despojado de doscientos dólares en cheques de viajero. No es una pérdida realmente ya que el American Express repone. Me estoy recobrando de un ataque de pisconeuritís, y el médico me ha tomado radiografías de pulmón. Primero Caqueta malaria, luego cólico de Esmeraldas y ahora pisconeuritís (pisco es una bebida alcohólica local; parece veneno), no puedo irme de Lima hasta que no pase la neuritis.

Sección hurtos. De nuevo robado. Mis anteojos y una navaja. Estoy perdiendo todos mis malditos bienes en el servicio.

Éste es un país de cleptómanos. En toda mi experiencia de homosexual nunca había sido víctima de hurtos tan idiotas, de objetos que no tienen ningún valor concebible para otra persona. Hasta anteojos y cheques de viajero.

Lo malo está que comparto con el Padre Flanagan —el de la Ciudad de los Jóvenes— la convicción profunda de que un muchacho malo es algo que no existe.

Tengo que interrumpir el cuento. La mano me tiembla tanto que apenas puedo escribir. Termino.

Cariños

Bill