Agradecimientos

Como siempre, ningún libro se escribe en realidad sin una indudable dosis de ayuda, de inspiración y de sostén. De esta manera, se encontrará aquí a la mayoría de las personas —si bien no a todas— que me proveyeron de esos tres bienes (o que me dieron dinero para ver sus nombres en letra de molde…, sólo es una broma).

Un agradecimiento superespecial a Gary Farrow, mi agente comercial, el hombre que siempre, sea necesario o no, te da una patada en el culo; el mismo cuyo epitafio rezará: «Cuánto» o «Sólo si conseguimos la cubierta»… Gracias, compañero. Gracias también a Chris y a Damien, de «la oficina».

Un agradecimiento muy especial a los señores John O’Connor y Don Hughes, a todo el personal de Ventas y, por encima de todo, a mis equipos de venta por sus infatigables esfuerzos y por aguantarme «a lo largo del camino». A Nick Webb, quien durante años trató de persuadirme hasta que, finalmente, me pescó… (ahora estás harto de mí, Nick). A Barbara Boote, Nann du Sautoy, Jane Warren, Rosalie Macfarlane y todo el mundo de la publicidad; en realidad, gracias a todo el mundo de Macdonald/Fuumi/Sphere por su sostén. A John Jarrold, por el primero de los muchos almuerzos a reventar… Gracias a todos.

Agradezco especialmente a James Hale el que corrija con lápiz y no con hacha. También a Vanessa Holt, a Carole Blake y a Julian Friedman.

Agradezco a Bill Young (esta vez no hay amenazas, Bill) y a Andy Wint. A Brian Pithers («hay otro en el correo»), al «loco» Malcolm Dome de RAW y también a todo el mundo de Kerrang.

Muchas gracias a Gareth James («agotado y sin embargo con ánimo para practicar»), a John Gullidge y «Samhain» («respetable, al fin y al cabo»), a John Martin, a Nick Cairns y a Andy Featherstone (¡ojo, estos hombres manejan las grabadoras!). Gracias por vuestro apoyo e interés.

Gracias a Alison y a EMI, a Trish, de BMG (gracias y no olvides tus termos…), a Shonadh, de Polygram, a Georgie, a Susie (por mantenerme en forma…). Al Pistol Club de Broomhills, en especial Bert y Anita, a Mike Kirby («llámame Travis») y a todos los demás. A Ian Austin («he traído la cinta de vuelta»), el hombre con la cuenta de teléfono más grande del mundo; salud, compañero. A Dave y a Malcolm, en Manchester (te avisaré a la hora de comer, Male…), a Roger, que probablemente se encuentra en algún sitio, a bordo de un buque o de un avión, y a Dave Holmes («voy a usar toda la cinta de tu contestador automático»).

Muchas gracias a todo el equipo de administración de The Holiday Inn, Mayfair, por su amistad. Y, nada más que porque me da placer mencionarlos, agradezco a la casa Fouquet, de París, al Barbados Hilton, al Dromoland Castle, en Irlanda, y a la casa Bertorelli, en Notting Hill Gate.

Como siempre, gracias a Steve, Bruce, Dave, Nicko y Adrian, por dejarme repetir la experiencia de toda una vida. Gracias también al «Gran» Wally Grove (un poco de formalidad, compañero…).

Mi gratitud indirecta a Queensryche, Great White, Thunder, Tangier, Black Sabbath, Clannad y Enya. También gracias a Michael Mann, Sam Peckinpah y Martin Scorsese.

Agradezco a Croxley las hojas de papel gratuitas. Esta novela, como siempre, se escribió sobre papel Croxley, vistiendo tejanos Wrangler y calzando zapatillas deportivas Puma (bueno, combinan bien con el Croxley…).

He dejado para el final a las personas más importantes, que son mamá y papá, sin quienes nada de esto hubiera sido posible (el día que yo comience a declinar, mamá, papá estará hecho todavía un chaval…). Y a mi mujer, Belinda, quien en los últimos años me ha salvado la salud mental, el alma (tal vez), mis pólizas de seguros y mis monedas de veinte peniques.

Queda todavía un grupo de personas a quienes estar profundamente agradecido: ustedes. A toda persona que haya comprado, pedido prestado o robado uno de mis libros, gracias. Lo que sigue es para ustedes, y siempre lo será.

SHAUN HUTSON