Los enterraron juntos, como se estipulaba en sus respectivos testamentos.
En la misma tumba, de tres metros sesenta centímetros de profundidad, debajo de un roble gigantesco, en tierra de la gran propiedad rural.
David y Laura Callahan fueron depositados en su morada de descanso final tan sólo ante un puñado de espectadores. Dos o tres individuos de su personal y el sacerdote estuvieron presentes en el momento en que se los colocó en el agujero que los albergaría para el resto de la eternidad.
Después de la ceremonia, los concurrentes se marcharon. Se fueron a sus casas. El sacerdote se quedó un momento junto a la tumba para recuperarse; luego, se marchó también él. Dejaron solo al sepulturero para que rellenara el pozo, lo cual realizó muy feliz y sin ninguna prisa. No tenía miedo a la muerte en absoluto. Además, ¿qué había que temer de un hombre muerto? Silbó, contento, mientras rellenaba el agujero, para terminar palmeando la última capa de tierra antes de volver a poner los terrones con césped, tan cuidadosamente cortados. Pasarían unas semanas antes de que la hierba recuperara su estado anterior. Un mes más tarde, la única evidencia del entierro sería la pequeña placa de mármol con los nombres de David y Laura Callahan.
Cuando el hombre hubo terminado de colocar los terrones con hierba, se puso de pie junto a la tumba y encendió un cigarrillo, se apoyó contra el árbol y miró al cielo. El sol brillaba espléndidamente y esparcía su calor por la tierra. Sólo bajo las hojas del roble hacía todavía un poco de frío. Finalmente, se alejó del verde baldaquín, feliz de sentir el sol en la piel. Llevó la azada hasta su furgoneta, colocó la herramienta en la parte posterior de la misma y se sentó al volante. Condujo por el largo camino interior.
A su espalda, la tumba estaba silenciosa.
En la tierra recién removida se asentó un mirlo, que cogió un gusano al que el sepulturero había sacado de su paz. El pájaro recogió su presa y desapareció en las alturas del cielo azul.
La tumba quedó en la sombra, fuera del alcance del sol.