Lukannon

Ésta es la gran canción de altamar que todas las focas de San Pablo cantan cuando van de regreso a sus playas en verano. Es una especie de himno nacional muy triste.

Me encontré en la mañana con mis amigos

pero ¡ay!, ¡qué vieja estoy ya!

donde, rugiendo las olas en verano,

contra cien arrecifes van a chocar.

Cantaban a coro; su voz

la del mar sofocaban;

dos millones de voces cantaban

sobre las playas de Lukannon.

Canción de reposo junto a los lagos,

canción de dunas en que juega un escuadrón,

canción de las danzas nocturnas

entre el fuego del mar.

¡Playas de Lukannon que el hombre aún no profanó!

Encontré muy de mañana a mis amigas,

a las que nunca encontraré ya más;

iban y venían por legiones que

toda la playa ennegrecían.

Y al través de la espuma, desde donde la voz

puede llegar, saludábamos, gritando, su entrada,

mientras ellas subían por el arenal.

¡Las playas de Lukannon!… donde crece

el trigo, la hierba, el liquen,

que la niebla humedeció

donde sobre pulidas rocas jugamos,

donde nacimos todas… ¡allí está nuestro amor!

Hallé por la mañana a mis amigas, ¡pocas quedaban del bando nuestro!

En el agua dábanles caza los hombres,

y en tierra las golpeaban sin piedad.

Como mansos y tontos corderos

a morir nos llevaban…, pero todavía, ¡ay!,

cantamos a las playas de Lukannon,

antes que el cazador las viniera a hollar.

¡Hacia el Sur, hacia el Sur, Gooverooska!

Cuéntales a los reyes del mar nuestro dolor:

¡pronto desiertas estarán nuestras playas,

como huevo de muerto tiburón!

¡Nunca más verán a sus hijos

las playas de Lukannon!